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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 119 En la vida de Sor María Ana, tan breve y tan larga, breve por el tiempo y larga por las maravillas, tiene el amor a Jesucristo Sacramentado una página aparte, de lo más luminoso y sublime que hemos leído... Pero, aun- que hayamos dicho página aparte, no es que sólo en una «ocasión o en un tiempo irradiara sobre ella la Eucaristía sus luminosos rayos... Una palabra hará ver la influen- «cia de Jesucristo Sacramentado en Sor María Ana. Des- de que hizo la primera comunión, se convirtió el pecho «de la Sierva de Dios en un viril viviente. Nunca se apar- tó de allí la Forma sagrada, conservándose, por milagro, de un día para otro, de una comunión para otra (*). Antes de entrar de lleno en la historia, asentemos, co- mo de costumbre, algunas consideraciones que sirvan como de marco al cuadro que vamos a presentar. «Aun bajo el punto de vista filosófico, el cristianismo mo es una nueva concepción de la inteligencia, es algo más: es un hecho, el mayor de todos, y este hecho tiene por centro la persona del Cristo; del Cristo tal como nos lo presenta el Evangelio». Dudar de la existencia y de Jos principales hechos de Sócrates, sería locura; pues 'bien, los hechos de Sócrates, de los cuales nadie duda, están menos atestiguados que los de Jesucristo, como de- «cha con gran acierto el famoso autor del «Emilio» (*). Entreloshechosde Jesucristo, lainstitución sacramental es el que reviste mayor importancia; por ella, Jesucristo IN está con el hombre y para el hombre a través de las ge- i neraciones... Por la Eucaristía, Jesús vive en las almas y las almas viven en Jesús. Dios vive para el hombre y el hombre vive hecho un Dios... Los grandes genios que (1) Véase el apéndice. (2) LL Rousseau, «Emilios, lib. 1V.
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