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110 LA PERLA DE LA HABANA crito del convento de Plasencia, que la hemos visto llo-- rar sangre muchas veces; nuestra Rvda. Madre cuenta hasta dieciocho, y añade que fueron más, pero que no contó sino esas. También afirma la misma haberle visto cinco veces la corona de espinas, llena de sangre la fren- te y cayéndola por el rostro... Todas las monjas podemos jurar que la hemos visto así, aunque no tantas veces co- mo nuestra Madre (!). En otra parte hemos referido la gracia de las llagas. con que el Señor quiso galardonar este amor de su Sier- va a la Pasión... En un documento firmado por todas las monjas, que tenemos a la vista, se dice que el día del Corpus del año 1993, a las cinco y media de la tarde, pudieron averiguar, por medio de inspección ocular, Sor María Pilar, entonces Maestra de novicias, y Sor María Rosa, enfermera, la existencia de las llagas... Dícese que, dado el modo como tenía los pies después de recibi- da esta gracia, parecia imposible que pudiera dar un paso; que la planta del pie jamás la ponía en el suelo, porque se mantenía encorvada de tal modo que sólo apoyaba en la sandalia la punta del pie y un poco de tacón. Como ya hemos consignado en otro lugar, tenía orden Sor María Ana de dar cuenta de todas las cosas extraor— dinarias a la Madre Abadesa y de no hacer nada sin su permiso. De suerte que cuando el Señor quería regalar la con algún favor grande y estupendo, antes le manda- ba se lo dijese a la Prelada... Por esta particular orde= nación conocía la Madre Abadesa, antes de que se realizaran, lo mismo el trueque de los corazones, que la impresión de las llagas y el martirio de la Pasión... Tan es así, que en un documento firmado por la misma Rvda. Madre Abadesa, que lo era Sor María Francisca : (1) Manuscrito de Sor María Paz.

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