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106 LA PERLA DE LA HABANA En la cuenta de conciencia del 1 de febrero de 1901, primer viernes del mes, escribe el Sr. Penitenciario, don Policarpo Barco, sintió Sor María Ana tan fuertes dolo- res de cabeza que las religiosas creyeron preciso llamar al médico... Acudió éste, pero observando el fenómeno no le halló explicación médica y quedó confuso. Pregun- tada luego por el Director, declaró Sor María Ana que aquel día, en la sagrada comunión, le habia parecido se le imprimía nuevamente en el corazón la sagrada Pa- sión y que había sufrido, gracias a Dios, mucho en la cabeza con la corona de espinas... Anota después el ci- tado Director (*): «antes de recobrar el conocimiento ex- terior la vi puesta la mano sobre la frente y cabeza, y mo- verse como quien mucho sufre». La dichosa monja decía, refiriéndose a María: «¡Qué dulce es el padecer! No me quitéis ni alejéis nunca de éi»; y preguntándole el mis- mo señor por qué amaba tanto el padecer, exclamó: «por pagara mi Jesús, que tanto padeció por mí y por las almas» (?). El 13de febrero del mismo año volvía a dar cuenta de espíritu con la misma humildad y obediencia de siempre; citemos las palabras mismas que escribe el Director en sus anotaciones: «Me dijo que el día anterior de la Pa- sión santísima de nuestro bondadosísimo Jesús, había sido muy bueno, esto es, de mucho padecer. El Se- ñor le dió como en una hora, por la mañana, a sentir y padecer su santísima Pasión, especialmente el paso de (*), Sobre este señor precisa advertir que no siempre desempe-. ñó el cargo de Director de Sor María Ana; que le sucedió luego el P. Yagúe, y que lo que a veces le hemos atribuido como confesor no debe entenderse como confesor ordinarío de la comunidad, cargo que no desempeñaba durante los fenómenos descritos y mientras tenía la dirección de Sor María Ana, por comisión del excelentísi- mo Sr. Obispo. (2) Anotaciones del Sr. Barco. / Al Al

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