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CAPITULO VII A TRAVES DE LOS MARES Puerto dichoso. En alta mar. El "infiernito en la cabeza". De enfermera. Santander. En Madrid. l El puerto de la Habana, que se considera el más capaz y el más cómodo del mundo, puede también conside- rarse el más dichoso por haber dejado paso para España a la gran Sierva de Dios. Ya a través de los mares Angelita se consideró fuera de tierra... La mar inmensa, bordada de encajes de es- puma blanquísima, le predica la inmensidad de Dios, en cuyo seno se ha lanzado sin miedo a naufragar. La eter- nidad es también inmensa, sin orillas; tiene un puerto de entrada, que es la muerte, pero sus horizontes se dilatan y pierden en la duración de siglos... Aquella eternidad de vida quisiera ella para amar y servir a Dios. Pasáronle cosas muy estupendas al embarcar; los de- monios, como adivinando lo que podía ser aquella alma, trataron de arrojarla al abismo y ahogarla, pero de aquellos peligros la libró mamica, como ella llamaba a la¿Santísima Virgen (*). (1) Relación de Sor Perseverancia, copia de D. Policarpo Barco.

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