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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 49 le debo a Nuestro Señor. Tanto más debo agradecerle el favor, puesto que, según me dice en su amada carta, te- nian ya cubierto el número de religiosas. A todas les deseo que Dios Nuestro Señor las haga unas santas, las abrase en su amor y las cubra de bendi- ciones... ¡Qué bien mayor les puedo desear! Ninguno, puesto que hay favores que no se pagan con nada, y mucho menos con los bienes perecederos de este mundo. Habiendo sabido por mi amado P. el Sr. Obispo que necesitaba mandar la medida de mi estatura y demás pa- ra poder hacer el santo hábito que tendré la dicha de llevar en ese Monasterio, voy a ponérsela a continuación: Un metro 24 ctrs. del cuello al tobillo; 56 ctrs. largo de brazo; 36 ctrs. mitad de la cintura; 36 ctrs. ancho de la manga; 35 ctrs. cuello. Creo que será esto suficiente. También les remito mi retrato que acabo de ha- cerme (*). El motivo de no embarcar cuanto antes, como es mi deseo, es motivado por estar en espera de quien me acom- pañe, pues ni el Sr. Obispo ni mi familia me permiten ir sola. Le suplico encarecidamente me encomiende al Dul- cisimo Jesús, para que llegue el tan suspirado día que yo espero, Dios mediante, será muy pronto. También encomiéndeme a Dios Nuestro Señor para que se realicen mis deseos, los cuales son de hacerme una gran santa. Despidome, Madre mía, de toda esa respetable Co- munidad. (') Las Rdas. Madres se lo exigían y Angelita, sin demora, cum- plió su voluntad retratándose, pero sin cambiar de traje ni hacer ninguna preparación; se presentó al fotógrafo según estaba.

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