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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 39 golpe de gracia se hastian y cansan de la vida munda- na y sólo sueñan y aspiran a ensayarse en la vida mor- tificada y estrecha que después han de practicar (*). ni Citemos finalmente otra prueba de su vocación, que re- cogemos también de la carta predicha. La religiosa debe ser toda de Jesús y en Jesús ha de hallar sus delicias y sus encantos. La vida oculta con el Amado y sacrificada por El determina la sublime vocación y la historia de las almas escogidas para religiosas. Las treshermanas vivían unidas en un espíritu como en un amor puro consagrado a Jesús. Oigamos a Candita (*): «Verdaderamente no he pasado días más felices en mi vida rodeada de mis her- manas tan piadosas y llenas de fervor que hacían de mi casa un verdadero convento, tocábamos una campanilla para llamar al Via-Crucis y Rosario que deciamos todos los días; acostumbraban en las principales fiestas de la Santísima Virgen y el Corazón de Jesús iluminar toda la casa y entre “cánticos y flores llevábamos en pro- cesión las imágenes, asistiendo a ella todos los niños y sirvientes». Ved ahí el reflejo luminoso de una comunidad en cier- nes..... Dejemos continuar a la virtuosa dama: «A las tres hermanas (*) regaló mi esposo un Niño Jesús y las (1) En carta de 29 de julio de 1913 nos dice el R. P. Lapátegui lo que sigue: «Al presente se confiesa conmigo una muchacha que conoció a fondo a nuestra santita (Sor María Ana), y que, por estar sirvien- do en la casa, observó cosas peregrinas en Angelita... Esta, para ocultarse a las miradas de sus hermanas, se escondía en el inodoro o se subía a la azotea para más libremente comunicarse con su Dios. Esto mismo me contó otra muchacha también de la casa, y que ya murió en gran santidad.» (Véase el apéndice.) () Así llamaban ellas a su hermana mayor Candelaria. (%) Las tres ya religiosas de Sor Jacinta, Sor María Ana y So María de la Preciosa Sangre.

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