BCCPAM000R09-1-20000000000000

36 LA PERLA DE LA HABANA favores regaladísimos de Jesús (*), de que se dirá más tar- de; le sentía dentro de sí. El vigor de un alma y el temple de un corazón le movían a emprender jornadas de auste- ridades y penitencias, y aun el modo de manifestarse en su conducta revelaba la vocación para una vida austera y de rigor. Observemos algunos rasgos del temple de su hermosa alma. La profesora con quien daba lección muchas veces, la había cobrado cariño singular. En prueba, y como a impulsos del corazón irresistibles, hacíala multipli- cados regalos; y cuando más se embebecen las niñas en el cariño y más aprecian los regalos, a los 11 años, los quema Angelita todos, diciendo: «desde ahora me siento fuerte»; y dijo esto en presencia de sus amigas, como anunciando en profecia lo que después debía ocu- rrirla, Mujer fuerte y aguerrida que, cuando todavía des- tilaba casi la leche mamada, emprendía vida de santa. Nunca volvió atrás..., antes avanzaba su alnía por un ca- mino de sacrificios, en medio de una familia que la que- ría cubrir de flores. Tenía un amor entrañable a un sobrinito, José María, y, según testimonio de sus hermanas, huía de él por mor- tificación... La abnegada joven cantaba dulcemente cuando por cualquier motivo era contrariada. Había fijado sus ojos en dos seres crucificados: Jesucristo y San Francisco; y, enamorada de ambos, cobró la resolución de abrazarse completamente con la vida de mortificación. Llevada de este espíritu buscaba ocultamente sarmientos y zarzas con que cubrir su cama para descansar sobre ellas por el amor a la cruz. Llamada secretamente a una vida (*+ Uno de los favores recibidos en el acto de la comunióa fué el que los ángeles la ayudaran a vestirse.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz