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32 LA PERLA DE LA HABANA bió la última mano de su formación en el siglo. Con él hizo la primera comunión(*) y él, finalmente, la orientó al centro de sus amores. No cabe dudar que la Providen- cia divina velaba sobre Angelita y que la conducía suave y amorosamente al lugar donde obraría con ella las ma- yores maravillas que se han oído o leído en historias de santos. D. Manuel Santander y Frutos fué un modelo de Prelados y de Padres. Había sido en España, antes de ser obispo, confesor de monjas capuchinas y conocía perfectamente los quilates de virtud que poseían estas humildes religiosas. Al conducirla a sus pies a nuestra Angelita, la Providencia se declara abiertamente en la dirección de nuestra joven. (1) Ya hemos dicho que precedió una preparación de tres días al acto de su primera comunión. ES

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