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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 31 esposo de sangre y victima de amor..... Aquéllas sufren el desencanto más grande al tener que descender desde las alturas de! heroísmo a los penosos oficios de la exis- tencia real..... Esta sube con gloria a encontrarse con el objeto de sus pensamientos y, con El abrazada, llega al heroísmo más grande y más sublime de la santidad. La educación de Angelita, tan espléndida como recla- maba su familia y tan religiosa como demandaba su es- píritu, no tenía ni tornidez ni incapacidad; tenía firmeza y orden. Aun en las jóvenes bien educadas vemos con frecuencia, al principio de la vida cristiana, afectación; después, rutina..... La vanidad puede tener en ello mu- cha parte..... Angelita buscaba la solidez de las virtudes con una vida reglamentada y fija, porque, según S, Agus- tin, el orden conduce mejor a Dios..... En los apuntes que hicimos en la Habana, al inquirir sobre su niñez, recogimos esta expresión de una de sus hermanas, reli- giosa también de la preciosa Sangre: «Estableció plan de vida y todo lo tenía en regla». Indudablemente no tendrían pequeña parte en la formación de este espíritu reglamentado sus primeros directores..... Educada en el Apostolado de la Habana, fué su primer director el ca- pellán de monjas teresas, de quien recibió no pocas ins- trucciones...; luego, en vista de que su alma buscaba las huellas del Seráfico Patriarca (*), tomó pordirector al Pa- dre Lucas Garteiz, franciscano venerable, misionero encanecido en la dirección de las almas; y finalmente (*) la Providencia la condujo a los pies del señor obispo de la Habana, D. ManuelSantander y Frutos, de quien reci- (%) «Desde muy niña, dice M. Carmelo, manifestó un amor en- trañable a N. P. 8. Francisco.» (Carta del P. Lapátegui. Véase el apéndice.) (2) También se confesó accidentalmente con varios PP. Jesuitas.

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