BCCPAM000R09-1-20000000000000

30 LA PERLA DE LA HABANA cas de un lugar a otro, de una flor en otra, reposando mil veces sobre objetos vanos y peligrosos. Ni era de las que, reconociendo en sí talento, se convierten con frecuencia en pretensiosas, buscando o leyendo cuanto podrá dar pábulo a la vanidad, apasionándose por la novela, por el drama, por las historias de aventuras qui- méricas en las que se pierde el amor profano. Angelita conoce con su discreto talento el mal que causan las malas lecturas y lee, constantemente, en el blanquísimo libro de la Hostia y en el salterio de la alabanza con que glorifica a Dios en todo instante. De aquí que todos aquellos hermosos sentimientos va= gos y todas aquellas pasiones generosas que la joven mundana o mal educada se complace en fomentar a ejemplo de los héroes de la novela..., para ella no exis- tían. ¿Acaso todo eso tiene algo que ver con los motivos verdaderos que deben mover a obrar en el mundo? ¿Aca- so esos asuntos fantásticos vienen a dar solución a los problemas de la vida real? ¿Es que la novelería es capaz de resolver las contrariedades que nos salen al paso en todas las empresas de la prosa humana? ¡Qué diferencia entre esas pobres jóvenes, presas de las ternuras y en= cantos que las han seducido en las lecturas maravilladas cuando no encuentran en el mundo personajes reales que se parezcan a sus héroes, y nuestra Angelita enamo- rada de Cristo desde su más tierna infancia; de ese Cris. to que será el héroe de su historia como es el blanco de su amor! ¡Qué diferentes horizontes ofrecen estas tan distintas soluciones! Las unas querrían vivir como esas princesas imaginarias que han visto en sus novelas siem- pre encantadoras, siempre adoradas, siempre superiores a sus necesidades..... La otra sólo anhela por la vida de Cristo; por unirse con El; a quien ha contemplado como

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz