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LA PERLA DE LA HABANA como la antigua Atlántica, los muros republicanos de la América pecadora. Sus 100.000.000 de habitantes (5, a que hoy asciende la población americana, tienen dere- cho a los beneficios de la religión, cuya implantación en aquellas nuevas regiones preocupó grandemente a nues- tros sabios monarcas, pero el correr de los siglos y el progreso mal llamado así, desde el momento en que imperfecciona al hombre, han lanzado las aguas por cauces impuros de una religión atea (%), y hoy América es el refugio de los pecadores. Los salvajes, primeros pobladores probablemente de la isla de Cuba, no ofen- derían tanto a Dios nuestro Señor como los civilizados de carne y de oro que hoy campan por los ricos pobla- dos y exuberantes pampas americanas. Hagamos votos por que la cubanita sostenga el brazo de Jesús y consiga de aquel Señor, a quien tan de cora- zón se entregó, el aumento de la fe y de la religión, so- bre todo en su patria. Esclava de la masonería y del oro judío, Cuba gemirá desgarrándosele las entrañas bajo el poderío de las escuadras y de los mandiles. Pero espera- mos que no perecerá mientras brille en el Corazón de Jesús esa PerLa De La Hañana, herida por los fulgores de un amor seráfico. () De ellos 80 millones pertenecen a Estados Unidos, La pobla- ción blanca venida de Buropa, los elementos mixtos a que ellos dieron origen son más de dos partes. Los indios aborígenes for- man una inferioridad, sólo ascienden a 13 millones en toda Amé- rica. Los anglosajones ocupan el Norte (Estados Unidos y Canadá). Los pueblos de origen latino ocupan Méjico y la parte meridional. (2) Los Sumos Pontífices dieron a los monarcas españoles la po- sesión de las tierras conquistadas a condición de dar a conocer a Jesucristo. (Bula inter multi lices, de 1493.) Poreso cada buque que surcaba para allá llevaba misioneros. Felipe tl dijo a D. Pedro de la Gasca, virrey del Perú, en las instrucciones: «Lo primero que A advertir es que llevéis a cargo el servicio de Dios nues- tro Señor»