BCCPAM000R09-1-20000000000000

SOR MARÍA ANA DE JESÚS 13 afirmar ahora que Sor María Ana rogará desde el cielo por la prosperidad moral de su patria. IV Aquella tierra abierta hace cuatro siglos a las grandes civilizaciones de la Iglesia de Cristo, como a las grandes naves del comercio mundial, fué santificada por religio- sos como el B. Martín de Torres y el B. Pedro Claver, que se instalaban en el lecho de los leprosos, sus herma- nos del alma, y fué igualmente embellecida y aromada con las virtudes de aquellas dos virgenes que llegaron a la cumbre de la perfección, Santa Rosa de Lima y la Beata Mariana de Jesús, a quien llamaron sus contem- poráneos la azucena de Quito. Juntóse con ellas en mag- nifico coro la cubanita, La PerLa DE La HABANA, CUya alma parece haber robado al sol de Cuba todos los fuegos y ardores para convertirlos en amor de Dios dentro de su rico pecho. Esta y aquéllas, en perpetua alabanza ante el cordero de Dios, serán las poderosas interceso- ras de América, en medio de una barbarie tan grande como su prosperidad material. Como lanza el sol a to- rrentes sus rayos abrasadores, así amenazan caer sobre la América descristianizada y metalizada los rayos de la justicia de Dios. Acaso por miramiento a las oracio- nes de sus santos no ha sentido aún-las sacudidas desga- rradoras de sus entrañas de fuego hasta el punto de acabar con sus ricos poblados y con sus nefandos vicios. Las amenazas pudieron convertirse en realidades du- rante los fenómenos seísmicos de California y Valpa- raíso. Todavía no es hora de robar al mundo materia- lista las esperanzas de nuevos veneros de oro y plata. Hora llegará en que el Señor bramará de coraje y con= fundirá en la nada u ocultará en el seno de los océanos,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz