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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 9 nio mágico de aquel terciario franciscano y sublime vi- dente de la historia hizo brotar en 1492, en el día mismo de la fiesta del Pilar de Zaragoza, de entre los mares insondables, aquel rico continente americano, que fué el mejor florón de la corona de Castilla y el más rico cam- po de evangelización. Es verdad que Colón miraba aque- llas tierras como una parte del continente asiático, pero sus contemporáneos comenzaron a descubrir, viviendo todavía el gran marino español ('), que era un conti- nente en absoluto independiente de los conocidos (?), Cuba es una isla en la América Central, adonde arribó Colón en el primer viaje, y está a la entrada del golfo de Méjico, en la zona tropical, oreada por el viento de la mar y embellecida por una natura exuberante. Cuando en 1906 arribamos nosotros a dicha isla (*), tu- vimos que verter lágrimas bien amargas. Duraba la guerra civil, y el pabellón español, arriado desde la pér- dida de las colonias, no cobijaba la tierra descubierta por nosotros y gobernada por tres siglos bajo el cetro español. Hojeda, Juan de la Costa y Américo Vespucio com- pletaron los descubrimientos de Colón (*); y mientras Hernán Cortés conquistaba Méjico en dos años, Piza- rro, poco más tarde, sometía el imperio todavia más rico de los Hincas, en la América del Sur. La América española, hasta el principio del siglo x1x, comprendía nueve grandes departamentos o gobiernos: (1) Colón es llamado el marino genovés, pero la crítica ha dado pruebas de que era español y gallego, de Pontevedra, (2) El aserto queda en pie, aun dado caso que América fuese co- nocida antes de Colón y visitada por los fenicios, griegos y roma- nos, porque de hecho los pueblos mediterráneos no lo conocían. (?) Recuerda l.ópez de Gomara que Cristóbal Colón llamó a Cuba a : E a Fernandina, en honor y memoria del rey Don Fernando, en cuyo nombre lo descubrió. (%) 1519.

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