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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 5 neidad de una naturaleza enferma no son imputables; luego, por qué atribuir a la ilustre virgen los dictados de embaucadora y falsa? ¿Que los actos eran culpable- mente provocados y por tales imputables? Pero eso cómo se prueba? Era preciso admitir no ya una naturaleza en- ferma atacada de histeria, sino un espíritu pervertido... Era preciso admitir lo que los alienistas llaman locura moral, que supone profunda perturbación del sentimien- to de lo virtuoso, completo desconocimiento de la mora - lidad, carencia del freno moral..... ¿Y podía suponerse esto en una joven de las condiciones de Sor María Ana de Jesús, cuya vida, desde la infancia, desde los albores de la razón, fué tan pura y edificante? No; Sor María Ana era incapaz de engañar ni en cosa tan notable ni en otras cosas de menos mnnta..... La historia que vamos a bosquejar dará la medida de su espíritu y la comproba-= ción brillante de que era incapaz de engañar, Cierta- mente que ha habido ejemplos de embaucamiento en personas que parecían buenas; en este libro tendremos que mencionar alguno desbaratado, precisamente, por la misma Sor María Ana, ilustrada por divina luz. MI No desconocemos que en los fenómenos patológicos el temperamento iracundo, erótico o la exaltación nerviosa puede llevar a alucinaciones de todo género, desde la vi- sual, auditiva, tactil, sexual, hasta las de un orden de imágenes o ideas superiores. Pero en nuestro caso los fenómenos de herencia neuropática o psicológica podía registrarlos el médico, apreciando las lesiones cerebra= les y de los centros nerviosos y las alteraciones bioquí- micas de las células nerviosas....., y, supuesta la provo- cación, culpable de la persona respecto de dichos

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