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4 LA PERLA DE LA HABANA inconscientes, subconscientes ('). Desde luego que este vocablo debe recibirse con recelo, pero el caso de la irresponsabilidad de fenómenos histéricos es evidente; por lo cual los opugnadores de Sor María Ana, acusán- dola de tal, no le podían recibir ni exigir ninguna re- tractación..... Pero lejos de resentirse de histerismo, la ilustre sier- va de Cristo gozaba de plena mentalidad y tenía la firmeza de las convicciones y de los hechos. Si el yo normal desconoce al yo histérico, mal podrá ella dar cuenta exacta y puntual de cuanto la obediencia le demanda declarar. Los sueños patológicos, dado caso que existan, no prueban un yo realmente distinto de la vigilia, son un estado diferente del yo normal..... (%); y siendo el yo normal de nuestra biografiada diáfano y equilibrado, no se podrá acudir a fenómenos de histeris- mo para explicar los hechos extraordinarios que la ocu= rrieron o que en ella se verificaron. En todo caso tene= mos derecho a que se pruebe la acusación y se demuestre el hislerismo, cosa que no se hace con la sola afirmación de quien se opone a reconocer en su historia algo más que la actuación neurótica. Reconocemos que el histerismo, como escribe Gras- set (*), no siempre es una enfermedad mental; no son mentales las enfermedades del psiquismo inferior poli- gonal. Pero si la histeria no es mental por esencia, y si muchas de sus manifestaciones más elevadas, más com- plejas, más psíquicas son puramente poligonales, ¿por qué no aducir alguna prueba de que Sor María Ana ado- lecía de este mal? Los fenómenos debidos a la esponta- (1) Les alterations de le personalité, por A. Binet, pág. 88. (2) Le cerveau l'ame et les facultés, por Alberto Farges, pág. 115. (2) El hipnotismo, la sugestión, pág. 29,

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