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a Mc o o ds e > VIE. REIS 1 1 UN TORES A A A e — 208 LA PERLA DE LA HABANA culto a sus divinidades..... Cuando salieron del lugar el chino y el padre de Angelita, ésta quedaba en la capilla, pues tuvo el chino la ocurrencia de encargarle rogase -a sus dioses por él y por sus asuntos... Henchida entonces de santa fe y de celo, nuestra heroína prendió fuego con papeles a todas aquellas divinidades y tapices de lujo, sa- liéndose de la estancia dejando bien cerrada la puerta... Toda la elegante decoración y oriental riqueza se redujo a cenizas..., y ella vengó de aquella manera la osadía del chino y el honor de su Dios... Cuando más tarde se quejaba el fanático oriental de aquella desgracia, atribu- yó al descuido que tendría la niña con las luces...; de- seaba ella dar la cara francamente declarando su acción, ganosa de todo martirio si fuera posible, pero la presen- cia de personas católicas que allí había la contuvo y, para que no la tuviesen por lo que no debian, se conten- tó con echarse a reir. La relación o escrito de que toma- mos este suceso da a entender que por humildad calló ella su valiente acción, pero su deseo hubiera sido tener ocasión de dar la vida por la defensa de la fe de Jesu- cristo. HI A causa de su ardiente fe, lo sobrenatural la absorbía desde la más temprana edad... Todos sus ejercicios eran como un canto de fe y un acto de adoración... Los que la trataron y conocieron en el colegio del Apostolado de la Habana, veían en ella una alma enteramente en- diosada, alimentada por todo género de sacrificios en su inmenso deseo de vivir con Dios y para Dios... Era el modelo del «justo viviendo de la fe». De ahí procedían aquellas divinas y regaladas comunicaciones del divino Niño con ella... Todavía era tierna colegiala, y ya Jesús

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