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194 LA PERLA DE LA HABANA Teresa de Jesús (*). Se dice de ésta, que hasta en su lecho de muerte recibió con reconocimiento los hábitos lim- pios (*). La psicologia de los Santos es muy variada, : pero la gracia se acomoda a todas las naturalezas y pro- duce de suyo afabilidad, sencillez y candor en todos... No se nos podrá objetar, pues, que las delicadezas de Sor María Ana, propias de su temperamento y educa= ción, se opusieran o pudieran oponerse a la santidad... Su modo cariñoso y afable y sus ternuras de niña, cria- da bajo un cielo tropical, hallaban también formas es- el 4 pirituales animadas por la gracia... Sencilla por su na- NA tural, cándida e ingenua por su virtud angélica, no hay 3 | h 8 po S por qué escandalizarse de ciertas frases que empleaba ella y que han podido interpretarse en sentido de sen- M4 siblería y niñez... No obedecían a motivos fútiles de su formación; sino a la psicología de su persona natural- mente dulce, delicada y agradecida. Estoy por decir que Sor María Ana fué siempre niña hasta en medio de sus terribles austeridades. Prudente como la serpiente en la guarda y custodia de sus joyas espirituales y de los sen- tidos del cuerpo, era sencilla como una paloma en su trato. Vacía por completo de vida exterior tenía la ple— nitud de la vida de la gracia interior; Dios, con su gra- cia, obraba en ella el querer y el ejecutar... Andaba por eso con la mayor sencillez; y está escrito, que el que an- da con sencillez camina con seguridad (*) ió ETA No ocultaba su natural suave y docilísimo con esas dulzuras y exquisiteces de la región tropical donde había nacido y que hace tan atrayente y encantador el trato (£) Vida de la Sta., por Rivera, 4, 1. 8. (?) Bolland. Comment, in vita S. Ther. 1009. (%) Prov, X-9, E A A A A O Ss e rd ld fria A AA Az

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