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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 165 interna y encumbrarse, en alas de la oración y de la ab- negación, hasta el trono del Señor. El medio infalible para conocer en qué medida una sociedad hállase alejada de Dios y sumergida en lo terre- nal, es el afán de las riquezas que en ella se observa..... Según esta medida, la sociedad moderna, eon todos los adelantos e industrias, con toda su sed de oro, es una so- ciedad atea... La conclusión es exacta... El hecho es una realidad histórica... Por eso decía profundamente el gran Faber, que si este mundo tiene todavía esperanza de sal- varse, ha de ser por medio de los ejemplos de una Orden muy pobre y desprendida cuya influencia le aparte de ese afán al lujo y a las riquezas. HI En medio de este mundo avaro y afanoso de bienestar, es una bendición tropezar con estas flores del claustro, cuyo aroma de pobreza es tanto más fino y exquisito cuanto más delicado y puro es el cáliz donde se elabora. Más de una vez lloraba nuestra Sor María Anita este duro afán, y hubiera deseado volverlo todo de revés, ense- ñando los tesoros que en Cristo están encerrados para los que le aman. Indudablemente, su amor a la pobreza no le impedía el pedir los objetos indispensables para el desempeño de sus labores, pero ni aun eso queria hacer, a veces, por sentir mejor el vacío de las cosas necesarias. El que pide y recibe lo que necesita, es como el pobre verdadero, que extiende la mano para recibir lo que le falta. Si es difícil dar a quien nos pide, es más dificil pedir a quien tal vez no nos quiera dar, y a esto viven obligados los profesores de la altisima pobreza. Nuestra ilustre virgen pareció

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