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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 161 breza absoluta, traspasando todos los cálculos de la pru- dencia humana, es la herencia más rica de los hijos del serafin de Asís. Desnudos de los bienes materiales hasta un extremo inexplicable..., semejantes a Aquel que, mu- riendo en la cruz, no tuvo donde reclinar su cabeza, tie- nen preparado el terreno para toda suerte de cultivos y cosechas espirituales; de ahí las riquezas de la pobreza. Discipulo de Jesús en el desprendimiento más solemne, se ha enseñoreado del universo, desde el punto de vista de la justicia, de la bondad, de la dignidad moral... El mundo es suyo, porque no quiere nada del mundo. Todos los Santos de la Orden seráfica han descollado en el amor a aquella dama tan maravillosamente descri- ta por el Dante (*). Carecemos de otro tesoro en la tierra, pero la pobreza absoluta es, en verdad, un gran tesoro... Cuando nuestra benditísima Sor María Ana abrazó el instituto capuchino, tenía fijos los ojos en el serafín de Asís para imitarle. Recuérdese la carta que escribió afir- mando que su vocación y la voluntad de Dios eran abra- zar la estrecha y pobre vida franciscana..... Desde el primer momento, se desplegó hermoso su amor a la po- breza, amor que fué creciendo a la par que los años y las virtudes... Aprendió este amor en aquel que lo llevó has- ta el extremo de llorar si encontraba algún pordiosero más pobremente vestido que él, hasta el extremo de des- pojarse de lo que tenía para cubrir a los que veía desnu= dos; de aquel que, al morir, pudo exclamar: No recuerdo haber sido jamás infiel a mi dama la Pobreza (*). Cuan- () Dante Alighieri, genial poeta clásico de la Edad Media, au- tor de la gran epopeya «La Divina Comedia», que fijó la lengua italiana, describió admirablemente los amores del serafín de Asís hacia la dama la santa pobreza. Vivió: 1265 a 1321. (2) Cherance, cap. XVI, pág. 358. 4 | i l | |

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