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E PPA es ÚS a AA od antro in 156 LA PERLA DE LA HABANA requeríase más energía de lo que el mundo es capaz de desarrollar, y tal vez podía pensarse que era imposible que aquella sinceridad estuviese en armonía con la rea- lidad de las cosas. Existe en este punto de la vida de Sor María Ana un tema obscuro, una sombra que ha causado grande extra- trañeza y no pequeño escándalo. El señor Obispo de Plasencia, Dr. D. Pedro Casas y Souto, usando de sus atribuciones, quiso obligar a la monja maravillosa a que le escribiese cuanto le ocurría y... nunca han aparecido tales escritos ('). Es decir, Sor María Ana no enviaba al Prelado sus notas. ¿Hay en esto algún misterio? Para algunos sí; y esa fué la causa principal, creemos, de las pruebas a que fué sometida ella y las monjas de su convento. Santa Brígida fué discutida por su doctrina de que veía a Dios por especies, y la V. M. Agueda por eso y por otras cosas. A la primera la defendió Torrequemada con la autoridad de San Agustín; a la segunda el Padre Capuchino Pablo de Ecija, en su alegórica Torre de Da- vid (*). Es decir, fueron discutidas por haber escrito sus revelaciones por obediencia y vertido en ellas ideas an- tiescolásticas según algunos, y erróneas según otros... A Sor María Ana se la discute y condena, acaso, por no haber escrito. Desde luego no puede achacarse a las monjas el que no escribiese. (1) o escritas no son, pur completo. exactas; porque aun cu ando Sor María Ana se vió imposibilitada de eseribir por sí misma, hacíalo por medio de la Madre Abadesa. Las cartas que ésta escribió a este respecto llegaban a Palacio, pero ignoramos qué fuese de ellas. Véase el apéndice. (2) La teoría de las revelaciones dicha,
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