BCCPAM000R09-1-20000000000000

148 LA PERLA DE LA HABANA de su vida sobrenatural...; si Jesucristo le atraía con una fuerza irresistible y poderosísima..., en todo obraba lo que la obediencia le marcaba, Veía al Espiritu Santo, ya a Jesucristo en todas las criaturas, sobre todo en las que ejercían autoridad, La obediencia es la única garantía de seguridad en los caminos de Dios... La frase de Bourgal: «El alma hu- mana es una selva oscura apenas registrada», tiene una gran realidad. Para acertar a salir de ella a buen cami- no, necesita un guía, una dirección. Será, acaso, ver- gonzoso para el hombre exterior el someter cada cosa al examen y aprobación de otro; pero esa es la ley de la perfección y la garantía de la virtud, Nunca se ha visto santo alguno formado por el capricho de su voluntad. Mil veces tuvieron que someter sus deseos y opiniones a otros sujetos más ignorantes, tal vez, y menos virtuo- sos... El hombre puede conocer muchas cosas. El es el único que no puede conocerse. Y le interesa el conoci- miento propio, tanto como el conocimiento de Dios, para elevarse a la santidad... Podemos afirmar que es el hom- bre la más rica biblioteca ¿nédita; pero que el mismo que la posee no la puede utilizar sino a condición de re- cibir de fuera la luz y la inteligencia. El conocimiento propio es la base de la virtud firme, y cuando el hombre llega a conocerse no fía nada de si; advierte la necesi- dad de apoyarse en otro brazo y en otra voluntad. Sobre todo, Jesucristo exige como condición de su seguimien- to la abnegación hasta el sacrificio, la obediencia, en una palabra. «Quien a vosotros oye, a mí me oye. Quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia.» Estas pala- bras consagran la ley de la obediencia, a pesar de los que pregonan que la libertad humana es intransferible, y que el voto de la obediencia es una tiranía.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz