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CAPITULO XVI EL TESORO DE LA OBEDIENCIA La fianza segura. Testimonio valioso. La obediencia perfecta. Espiguitas sagradas. Esclava de la obediencia. Caminos difíciles. Asunto penoso. Mártir del corazón. 1 La divina pureza, como imán pederosísimo, atrae ha- cia sí todas las virtudes. No es reina solitaria... Cuando levanta un trono con tan espléndido aparato como en el corazón de Sor María Ana, se acompaña del noble y aris- tocrático cortejo de todas las virtudes, particularmente de sus inseparables compañeras en el honor de formar el espíritu religioso. La obediencia, que es amable socia de la pobreza y de la castidad, tenía su refulgente habitación en el corazón de Sor María Ana. Ella había puesto como en fianza y seguridad de cuanto la ocurriese la prenda de su inteli- gencia y de su voluntad en manos de la autoridad: la obediencia. Por medio de ella estaba libre de los peligros de una dañosa seudo-mística y firme, en medio de las eternas vacilaciones a que se halla sometido el espíritu humano. Si el Espíritu Santo era el centro de su pensamiento y

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