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0 A 130 LA PERLA DE LA HABANA sin disciplina; los que reclaman hoy un «desligamiento de tudo dogma obligatorio» (*), de toda forma exterior de religión, el completo individualismo en el terreno re- ligioso, el derecho del individuo frente la autoridad obli gatoria, claro es que tienen que atacar los votos religio- sos en el orden espiritual, como los demócratas rechazan el juramento en el orden político. El reproche que se nos hace de que ahogamos el espíritu bajo el yugo de lo exterior, carece de sentido y de valor... La Iglesia y to- do lo que le pertenece no es un yugo que ahoga el espí- ritu; es la visible y sensible realización de las máximas sembradas por Jesucristo: «He venido para que mis ove- jas tengan vida y la tengan robusta» (*). «Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia» (*). «¿De qué sirve al hombre ganar todo el mundo si al fin pierde su alma?» (*). S. Agustín completa nuestra idea, diciendo: «Solamente la piedad y la pureza llevan a las cosas más elevadas» (*). Parece ser que en la separación del mundo de los votos. religiosos y del mundo secular se verifica lo que dijo Dios en el principio del mundo: «Que las aguas que es— tán bajo el cielo se junten en un solo lugar, y que la parte árida aparezca, y Dios llamó a la parte árida tie- rra, y al conjunto de las aguas llamóles mares» (*). - Crear, separar, ornar: tal es la triple marcha seguida vor Dios en la creación material... En el orden espiri- tual hace lo propio: creó la vida espiritual, y Jesucristo, (1) Herrman Der Verkehr des Christen mit. Gott. (2) Mat. XII, 26. (') Mat. VL (4) Mat. XVI, 26. (5) De moribus eceles. 2-7-10, Génesis !, 1 y sig. AS

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