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PP O iia 2EA 126 LA PERLA DE LA HABANA no es este el espíritu de Dios! No ignoramos que tales pe- simismos se consideran hoy como contrarios a la cultura mundial... Enhorabuena... Pero esta pretensión ny pre- valecerá contra las sentencias de la Biblia (*) ni aun con= tra la enseñanza del discípulo del amor. Con una frase dejaremos retratado a ese mundo: en él el mal comienza con el orgullo, continúa con la mentira y acaba con la infidelidad... Tal es la clave que deja comprender la enemiga que el mundo tiene a los votos religiosos..., que empiezan por la vocación, continúan con la profesión y acaban con la posesión de Dios. Dado, pues, el ambiente del siglo, donde se hace pe- nosa la vida a toda alma delicada, es una providencia de Dios la formación de las casas de religión, a donde acu- den, generosas, las capacidades de una espiritualidad más pura. ¿Qué vienen a encontrar en el convento? No la políti- ca y la diplomacia, que tiende a ocultar el sentido de las palabras o hacer verdadero lo falso y lo falso verdadero; vienen a buscar la sinceridad, la rectitud, un ambiente de pureza y de paz que les deje ver más claramente a Dios lejos de los fingimientos del siglo. Cuando ya lo han visto se abrazan con El y se le obligan con los vo- tos de religión. Lejos de nosotros suponer que en el siglo no haya quie- nes crean que lo exterior debe ser espejo del corazón, y que por lo mismo concedan mayor importancia al con- tenido interior que al esplendor de las apariencias... No negamos que en el seno de las grandes sociedades se al- bergan todavía almas grandes... El poder de Dios llega a todas partes, y todavía va obrando el milagro de la (1) Psal. XI-XUT-XXXV, ete. Sop., 1-5.

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