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120 LA PERLA DE LA HABANA E unas están un minuto en un clavel, otro minuto en una rosa, dos o tres minutos en un ramo de lilas y luego la tristeza del alma, el hastío del corazón. Las otras quie- tas y permanentes sobre el tronco de la cruz, derraman- do todos sus pensamientos en el cáliz del corazón de Dios... volando, empero, por los iluminados espacios del amor sagrado, en compañía de las gracias vestidas con el traje riquísimo de pureza, siempre gloriosas y eter- namente beatificables... ¡La profesión religiosa! Ella engalana las almas con el rico joyel de esposas de Cristo. | ¡Dichosa la que Dios ha elegido para estas bodas de * amor! ¿ No me habéis elegido vosotras, mas yo os he elegido y puesto en ese palacio de mis esposas, y orné vuestra + frente con las tres coronas de la esperanza eterna: po- ' breza, obediencia y castidad. Fe a > 4 A

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