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Por qué escribimos esta obra La curiosidad busca siempre la razón real o aparente de las cosas. En el asunto que motiva estas líneas ten- drán muchos peros que oponer algunas personalidades, aun eclesiásticas, que de algún modo oyeron hablar de la Santa Madre de las Capuchinas de Plasencia. Desde luego no queremos imponernos al dictamen de la Igle- sia. Hacemos rigurosa obligación de callar cuando la Iglesia nos mande callar. Por lo que se refiere a los he- chos maravillosos que tendremos que transcribir, acep- tamos las normas de Urbano VII regularizando el culto que se daba a los siervos de Dios; normas que llevan la fecha de 1625 y 1634 y que establecen la jurisprudencia especial en la Beatificación y Canonización. Pero, fuera de la autoridad competente de la Iglesia, recabamos nuestra libertad para exponer nuestro criterio y defen- der nuestras opiniones; y como en el asunto de Sor Ma- ría Ana tenemos formado el juicio y definida la opinión, quisiéramos exteriorizarla para llevar a muchas inteli- gencias, con la sinceridad de nuestro relato y el aroma de las virtudes de la sierva de Dios, la impresión de la verdad acerca del espíritu de la distinguida capuchinita, por muchos discutida, Decimos discutida, porque, en efecto, lo ha sido, y precisamente por los que no la habían tratado de cerca, ni habían recogido las aspiraciones de aquella alma tan bella y tan seráfica. Extraño fenómeno, por cierto, que habremos de comprobar antes de acabar el bi 'squejo que ahora empezamos.

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