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106 LA PERLA DE LA HABANA bres de pila y de familia! Luego siguió diciendo a la Abadesa: «Mira, vieja, con esta elección te quito de junto a mi enemiga (') y pongo a mi amada Inés, que hará con esa... todo lo que yo le mande, pues me obe= dece muy bien». Salió chasqueado el pobre diablo, porque la elección canónica recayó de nuevo sobre la Madre María Fran- cisca Cortina... Lamentóse mucho de ello y declaró que no pararía en su empeño... y así fué, en efecto, como más adelante veremos. n Decía Arquímedes que le bastaba un punto de apoyo para remover el mundo... Menos debe bastarle al diablo para promover una revolución... Ya tenía el punto de apoyo y aun dos; y, apoyado en ellos, la palanca de otros individuos, que no juzgamos prudente declarar por ahora, provocó contra la profesión de Sor María Ana una ver- dadera lluvia de inconvenientes y una carga cerrada de tiros. Tenemos la completa seguridad de que la intención de los opugnadores era buena y recta, pero guiados y go- bernados por el mal consejero (Deo disponente), con- tribuyeron a amargar profundamente el espiritu será- fico de la Sierva de Dios. Somos hombres, sí: y hombres seremos toda la vida expuestos a un engaño. Optimi homines, homines tamen. Lejos de nosotros lanzar la menor recriminación ni el más leve reproche a las per- sonas aludidas... Discutimos el hecho y sobre la verdad «de las cosas hablamos con entero respeto hacia las per- (*) Adviértase que la prudentísima Sor María Francisca Cor- tina, Abadesa, no se apartaba en cuanto era posible de Sor María Ana, por demandarlo su cargo y los sucesos que se verificaban. is

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