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SOR MARÍA ANA DE JESÚS 105 La historia de los sucesos ha confirmado todo esto. En la primera votación ya revolvió Sor Inés a las monjas... hizo después causa común con los que por motivos tal vez justificables se pusieron en contra, y finalmente fué declarada Abadesa... Aunque no le valió al gran padre del engaño. Obligada por la virtud de lo alto, declaraba el demonio que Sor Inés no veía como las otras monjas las cosas de la cubanita, y que, de donde otras sacaban provecho, ella se desaprovechaba y hacía su partido. Ni debemos tomar de esto motivo para arremeter, lanza en ristre, contra Sor Inés, ni contra los que con ella bailaban el agua al de- monio. Podían ser instrumentos inconscientes que Dios permitió en su gran sabiduria. para aquilatar mejor las cosas y presentar más firmes comprobaciones de la verdad. Estampemos una conferencia curiosa, tenida por los demonios en víspera de unas elecciones... Las voces atronaban los oídos de la Abadesa Sor Ma- ría Francisca Cortina, a quien decían: «Mira, Abadesa, ya has mandado bastante, ya no necesitas ni tinta ni sello del convento, y por eso ya he mandado a uno de los mios que deje vacío el tintero, y la tinta se ha vertido por la pared de la celda que está rociada con la sangre de mi enemiga». «Marchamos a ver si era cierto, dice la interesada y efectivamente, era verdad»... Después con- tinuó la voz: «Ahora voy a hacer yo la elección, y ordenó a un diablejo, por nombre según su vocabulario, carlam- pio, que firmase: Abadesa, la Srta. María de la Cruz Al- varez, osea mi amada Sor Inés. Vicaría de la Srta. Ju- liana Molpeceras, o sea Sor María Manuela». Donosa elección por cierto, hecha con tanta pulcritud de señoriteo... ¡Cómo sabía el muy diablo hasta los nom-

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