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CAPITULO XII APUROS PARA LA PROFESION Sublime dictado. Estrategia satánica. Conferencia curiosa. Disculpa oportuna. Proyecciones sombrías, Justa cautela. Acerado dardo. Í Parecerá indudable, al leer lo escrito en los capítulos pasados, que la profesión de Sor María Ana estaba se= gura... Le faltaha esta durísima prueba... Dios la permiw tió para sus altísimos fines y para engarzar nuevos rubíes de paciencia y abnegación a su brillante corona de esposa de Jesucristo. ¡Sublime dictado! No había que decir cuánto ansiaba ella el llegar a ofrecer sus votos de religiosa en aras del amor. Nacida para Jesús, defendida constantemente de todos los peligros por sus ángeles defensores hasta entrar en el claustro, probada con dureza nada común dentro de la religión, su alma, como el imán sobre el rubí que lo sustenta, no podía apartarse del Norte... Quería ver la hora de la profesión, como los Israelitas la de su entrada definitiva en la tierra prometida. Las altas virtudes que ella practicó, las sublimes obras de mortificación y la constante vida de oración y de amor no dejaron de tener

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