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iris o ABN TT A A AP A tn ip PEN ES sl A 98 LA PERLA DE LA HABANA - hacer el encargo. Los enemigos comenzaron a darle la matraca consabida. Con pena y dolor decía la religiosa: ¡Dios mío con esta memoria mía! Oyóse al instante la voz del enemigo: «mira, es verdad que se te ha olvidado, pero no pusiste todo el debido cuidado para evitarlo; por eso me río de ti, porque en más tengo una imperfección vuestra que muchos pecados de los mundanos. Con esas imperfecciones vuestras me alegro y desquito algo de lo mucho que sufro con esta mi enemiga» (!). mn El famoso cuento del diablo predicador, conviértese en un hecho histórico durante las veladas que daba el ene- migo a las Madres Capuchinas. Escuchemos la narración literal de lo que nos dice un manuscrito fidedigno del convento de Plasencia: «Enuna ocasión estábanios las de siempre,y dijo el ene- migo: os voy a predicar. Empezó desde la creación de los ángeles... lo hermosos que estaban, pero que no lo fueron más que un abrir y cerrar los ojos, esto es, un instante angélico; en otro instante pecaron y en otro los arrojó el Altísimo al profundo. Transcribamos las pala- bras con que expresó su mal: Toma, decía, yo que me vi tan hermoso, me ensoberbecí; una borricada mía, que pensaba que el Altísimo me lo iba a consentir, me perdió, y de tan hermoso me transformé en la cosa más horrorosa que hay en el mundo. Si me vieseis, no como soy, sino como fiera, no lo podríais resistir, caeríais des- mayadas de espanto: no asi mi enemiga, que por más que nos pongamos delante de ella a millones, nos mira como si fuéramos hormigas.» 1) En este caso eran testigos la Madre Abadesa y la Madre Maestra.

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