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A he rtedi o lp o teta E A rl mi ec di de Mi a a 84 “ LA PERLA DE LA HABANA joven entre declarar lo que la ocurría y salirse del con- vento... Eso es lo que el enemigo pretendió; pero el po- der de Dios la libró de ese como de otros casos muy apu- rados. mn Un día (cuenta una religiosa), estando en el noviciado, la llevaron un huevo para que lo comiese; apenas cogió la escudilla, saltósele de la mano y al momento la vimos dando vueltas por el aire sin que se cayera el huevo frito «que contenía. Cogióla nuestra Madre y con sus manos tuvo que dárselo como si fuera una niñita, y así lo comió (*). Ya las religiosas estaban habituadas a ver espectácu- los diabólicos y conocían el empeño que tenían los dia- blos en mortificar y acabar con la novicia. Un día quitóse el mandil que llevan las monjitas bajo el hábito; era hora de la disciplina. Cogiéronlo los ene- migos y lo escondieron (no era la primera vez). Mas este día era imposible dar con el mandil... La Abadesa orde- nó a Sor María Ana que dijera a los enemigos que bus- casen el mandil; al día siguiente, dijéronle los demonios que si quería el mandil bajase a lo profundo del excusa- do, pues allí estaba. La obediente y sencilla monjita se lo contó a la Maes- tra por si le permitía bajara recogerlo... No, le contestó la buena Maestra, su caridad no ha de bajar allá... ya «que ellos lo tiraron, dígales que lo suban al noviciado... Obedeció la orden Sor María Ana y también los demo- nios... Cuando subía al noviciado, le arrojaron el mandil a la cabeza, la arrastraron por toda la habitación con rabia y coraje, porque con su humildad y sencillez los (1) Relación de Sor Perseverancia, becha de su mano.

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