BCCPAM000R09-1-20000000000000

SOR MARÍA ANA DE JESÚS 83 manera se imposibilitaba para guardar la Regla..... Afligíase ella, pero callaba... A hora de completas ordenó la M. Abadesa a la Maestra de novicias le diese un poco de chocolate por si podia tomarlo, y dijo la Ma- dre, con tono imperioso, que si no lo podía tomar que se fuese a la cama y no al coro... y añadió: «dígale V. C. que aquí no queremos monjas sin comer». Pero érale imposible meter nada en la boca por mucho que ella lo procurase con el deseo de obedecer. Mas con el deseo también de sufrir ocultaba la verdadera causa, mientras no se le exigiese su declaración. La Maestra amenazóla con decirselo a la Abadesa y salióse, de hecho, a poner- lo por obra. Sor María Ana rompió a llorar al ver la pena que daba a las Madres. La Abadesa tornó a ame- nazarla con echarla del convento si no se avenía a co- mer, pues sin alimentarse para nada serviría. Ella, que sólo buscaba a Jesús y su cruz, pero que te- mía más que a todos los demonios el volver al siglo, aun recibiendo con humildad las reprensiones de las Madres, no tuvo otro escape que la válvula de los ojos... Lloró con amargura intensa... Saliéronse las monjas de su cuarto y de fuera oían el ruido sollozante de aquel llanto de la inocente novicia. Sola ya ella, comenzó a quejarse a Jesús y le decía entre ternísimos sollozos: «¿Es posi- ble, Jesús mío, que permitáis que me echen de esta san- ta casa? Verdad es, Señor, que no merezco estar aquí, pero tened misericordia de mí y no lo permitáis». Oíanlo desde fuera en atisbo las monjas, y la Maestra, no pu- diendo sufrir aquel dolor de su novicia, entró a conso- larla y animarla a que pidiese a Nuestro Señor el poder comer... Cuando el Señor lo quiso dejóla el demonio que, apretándole la garganta, le impedía pasar bocado. Puede juzgarse las angustias que pasaría la inocente

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz