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A ri E 62 LA PERLA DE LA HABANA contestación muy significativa... Sola, sir que nadie de la familia la acompañase cuando tan holgadamente lo pu- dieron hacer... Sola, con un pobre hombre de pueblo, desconocido para ella y en noche tan prolongada desde Madrid a Plasencia..... Dios la quiso desnuda de todo. Ella se desnudó volun- tariamente de todo, porque iba a celebrar las bodas con aquel que dijo: «Deja la casa de tus padres, abandona tu pueblo y nación y ven a desposarte conmigo». Tal vez la familia de Angelita obró por motivos naturales, por evitar el disgusto horrible que les había de causar el ver encerrada en un estrecho convento a su amada Angelita; tal vez ella rogó se le dejase venir en tal guisa por pre- pararse mejor a la desnudez de las cosas y por evitarles aquel dolor. Tal vez Dios dispuso de modo que la pere- grinación de Angelita hasta su amado retiro se asemeja- se algo a su subida al calvario. De todas suertes la 50- ledad de la familia la Mlenaba superabundantemente el Señor en el corazón de Angelita y nunca sintió el menor disgusto o quel ranto por ella. Animosa y firme, sólo anhelaba llegar al convento, y cuando llezó a pisar tierra de Plasencia su espiritu voló a Dios a rendirle gracias. Dicese que al saltar del tren oyó claramente la voz de Jesús que le decía: «Este es el lugar donde te quiero». Cuando el seráfico Patriarca oyó entre bromas y frívo- las conversaciones de sus camaradas aquella pregunti- lla: «¿Acaso vas a casarte?» Sí, contestó, y será mi esposa una tan bella, rica y noble como no se ha conocido jamás (1). Al decir lo cual tenía en el pensamiento la pobreza de que habla el Evangelio, viuda desde que su primer es- (4) Leyenda de los tres compañer 08.

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