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CAPITULO VIII EN PLASENCIA Pobre y alegre. Llegada al convento. Quiero ser una “santaza". “Yo te amaré". Valiosos testimonios. Precauciones místicas. Í Aun no habían aparecido los primeros albores del día 4 de agosto, cuando Angelita se presentó en Plasencia, sin que la intimidasen los juicios que pudieran hacer las gentes y las consecuencias que pudiera tener su ingreso en el convento de las Madres capuchinas. Quien hubiera visto a tan graciosa niña bajar del tren a las primeras horas de la madrugada acompañada del sacristán de las monjitas, hubiera sorprendido algo no- table en su rostro. Había ella escrito desde Madrid a las monjitas, cau- sando con su carta grandísima alegría a las buenas Ma-= dres, y éstas enviaron a la única persona de quien po- dían disponer para que la trajese. Pobre y alegre eran las notas de su amplio y privile- giado espíritu, y contenta vino con el demandadero y sa- cristán del convento de Plasencia la opulenta cubanita. Pregúntenle a la bella niña cuál es su objeto en aque- lla empresa tan original y llamativa, y no le faltará una

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