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FLOR DE AZUCENA Tí sensaciones múltiples y artistas, tenía en su al- ma una lira que inspirándose en la pureza no quería otras notas que de la santidad y virtud. Era preciso acostumbrar el cuerpo a la dura pe- nalidad cristiana a fin de acomodar el espíritu a la práctica de amores más castos. Diríase que Margarita pretendía poner por obra la máxima de San Bernardo cuando acon- sejaba “Pre ire te .. tiqr” revenire tempora meritis Compensare, virtutibus qnod otati deest”. Adelantándose a la edad nuestra joven tenía en su índole angelical un propósito fijo: “Ser de Jesús en cuerpo y alma”. Que su cuerpecito fuese como vaso que derramándose a los pies de su Dios esparciese el buen olor de la virtud. No entendía de sutilezas engañadoras con que la generalidad se deja envejecer en la molicie v flojedad. Era jovencita, pero era precisamente la edad de entregarse a Dios.,. Jesús ama con predilección a las almas jóvenes que le buscan y se le entregan. La penitencia cristiana era una prueba del amor de Margarita. No era la suya una virtud de confitería. Acaso algunas expresiones de sus poesías y escritos nos den la sensación de una “perpetua infantilidad”. No importa. Ella busca... la penitencia casta de las almas.

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