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54 PIEDAD DE MARGARITA ma, pero me da pena cuando le miro y me dice: “me debes esto o lo otro” y no le he pagado”. —¿Qué harías tú si Jesús se constituyera tu deudor ? —¿Qué haría? Pues exigirle que me pagase, teniéndome siempre dentro de su corazón. Al respecto de las cuentas de conciencia debe- mos recordar entre mil episodios que de Marga- rita recordamos éste: Veía que algunas personas sobre todo jóvenes, hacían su confesión rápida- mente. “No tendrán los pecados que yo, me decía. Yo no sé cómo se las arreglan para vivir tan bien... A mi me parece que nunca estoy bastante limpia y ¿cómo me querrá Jesusito si no me hallo muy pura?” Hay que tener en cuenta que Margarita que- ría ser siempre como una “azucena de Jesús”. “Amaba tanto al niño Dios, escribía su.madre, “* que desde pequeñita lo llamaba Jesusito y le ofrecía sus dulces y juguetes, privándose ella “* de ellos.” A veces corría con sus dulces junto a la ima- gen del Jesús niño y se los brindaba y haciéndose la ilusión de ser aceptada, volvía junto a su ma- dre radiante de alegría. Esto era de pequeñita; ya de mayor no le ofre- cía dulces, le ofrecía su corazón y quería que fuese como “blanca azucena”; sabía que Jesús vi- vía y se recreaba entre lirios y azucenas.

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