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' E ] omo EROTICA 50 PIEDAD DE MARGARITA una norma”. La traía constantemente ac tualiza- da, y su vida era un acto constante de unión con Dios. Hablaremos más tarde de su unión sobre- natural en la oración. Ahora decimos que vivía unida a Dios en to- dos los actos, haciendo un uso perfecto de la fe cristiana que heredara de sus padres, pero más de su trato con el Padre celestial. La piedad es cabal y perfecta cuando el alma puede decir re- firiéndose a la fe o al amor de Dios!: “él lo hace todo”. Las obras más menudas y hasta materia- les tenían en Margarita una teñidura de sobre- naturalidad ... Dado que la gracia se acomoda a la naturale- za, en aquel bello corazón, en aquella hermosa naturaleza, toda bondad, afabilidad y cariño, pro- ducía maravillosas obras de arte espiritual, Su natural y sus facultades eran como "ins- trumentos” de su alma y de su fe... Aquello mismo que no puede dejarse de practicar entre humanas amistades: recreos, conversaciones, ex- cursiones, etc., revestían en Margarita una nota de belleza espiritual. Constantemente tenía en su pensamiento esta dulce pregunta: ¿Qué dirá de esto Jesusito?... Un acto de cariño, de atención, de cordialidad que en otra persona podía parecer “meramente humano” era en ella un homenaje para. Jesús. “¡Cómo se complacerá mi reyecito de esto que voy a hacer para complacer a esta o aquella per-
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