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Am | | ETA 38 MADRE E HIJA -2 y aún más acen- to con Margarita tenía idéntica > tuada inclinación a su madre. Como hemos in- sinuado, parecían dos hermanas aún más que dus amigas íntimas. A medida que crecía en años y en despejo na- tural y en hermosura física, mejor comprendía Margarita la obligación de una joven de vivir a la sombra de su madre y apoyada por su presen- cia y consejos ... Los de la condesa eran cabales tanto la conducta como los consejos. Las madres que no pueden presentarse como modelo de sus hijas, no debieran jamás ser ma- dres. La maternidad se dilata y cunde a través de toda la vida, y es algo más, mucho más q.e el oficio de criar hijos... Es educarlos ... edu- carlos, formarlos, santificarlos. Acaso no nos engañariíamos al decir que como hay en las hijas desvíos de acompañarse de las madres, hay, en estas otras, algo parecido respec- to a las hijas. No vayamos a generalizar demasiado el tema, pero permítasenos decir que muchas madres no pueden acompañarse de sus hijas. No pueden, acentuamos el verbo, porque sus compromisos no educarían nada a las niñas... Toda maternidad es santa, y si no lo es, carece de la belleza que da a la mujer el tener hijos... Espejo de las hijas debe ser la madre pruden- te... y las hijas deben copiar de ella la excelsa virtud que las ennoblece.
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