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FLOR DE AZUCENA 29 Cierto; pero todos debemos vivir de los alta- res. El corazón que no se forma con ideales tras- cendentales vacila fácilmente, trepida ante el le- ve soplo de la tentación y se derrumba en la po- bredumbre por debilidad ingénita. La misma ausencia de lo trascendente en la educación la convierte en efimera e incapaz para labrar la felicidad del hombre. “Educarse para el mundo” parece a muchos un principio de prudencia pedagógica. Mas por lo mismo que se trata de educarse pa- ra el mundo cuya característica es “corrumpere et corrumpt” corromperse y corromper, hace falta mayor dosis de fortaleza cristiana. Bastante mal lleva consigo el mundo para que sus candidatos tengan la pretensión errónea de educarse con frivolidad. Es como hacer más leve la pluma para que el huracán la arrastre mejor. ¿Que no entendemos el tema? ¿Qué la frase “educarse para el mundo” supone prepararse pa- ra las luchas del mundo? Sea; pero ¿qué educa- ción mundana prepara para esas luchas? Si la educación que se pretende dar para vivir en el mundo es un “curso de mundanidades”, cerremos el capítulo con un ¡ay dolor! Educarse para alternar en sociedad, difiere mucho de eso... es su antípoda. La virtud es eminentemente so- cial... y aquella joven educada con tan grande

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