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pros A rra 16 AURORA tuales, quedándosele el alma empapada de sabor ultraterreno. Tan es así que un día le oí decir: ¿“Cómo será que los hombres pueden hallar placer en el pe- cado”? “Si supieran qué dulce es sentir el sabor de la gracia no podrían ofender a Dios.” No creemos que fuese sin motivo el escoger para su primera consagración de Hija de María el día de Ascensión. Es cierto que tenía una de- voción particular a todo lo que suponía elevación. ¡Subir al cielo! “Me enamora todo lo que es subir”. “Mi alma es como palomita que busca su nido allá arriba”. Por eso la Ascensión del Señor la convidaba a nuevas elevaciones... Sin duda bajo esta predestinación escogió aquel día del Señor para su consagración de Hija de María. Otra razón sin embargo, que no estaba en su mente pero sí en su espíritu como germen de fu- turas revelaciones sería que la Ascensión siempre es día jueves. Iba como diseñando su amor a los jueves, sobre todo a los grandes jueves del Señor. La Comunión primera la practicó a los ocho años, y precisamente en el otro gran jueves de Corpus Christi. Temblando de emoción como un lirio sobre el que reposa el ave cantarin, recibió en su pecho al buen Dios de la Eucaristía. aL

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