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244 ASÍ MUEREN erit justus”. Margarita no ocupó ningún lugar a los ojos del mundo, pero ocupó mucho espacio a los ojos de Dios: por eso fué recibida como reina en el imperio divino. Así lo creemos piadosamente sujetos siempre a las declaraciones de la Santa Iglesia. Dios permite que pensemos con esta lógica del alma y de la gracia... Margarita desarrolló en su vida el programa que encierra este verso: “Aorete flores quasi lilium et date odorem.” Fué siempre tras la belleza única y soberana de Jesús; en El halló la hartura de su amor. Todavía en el cielo la consideramos repitiendo la frase teresiana: “Poco me importa ver a los bienaventurados que gozen de Dios más que yo, lo que no podría sufrir es que hubiese alguno que le amase más”. Sino que la contemplación divina harta todos los deseos, y los bienaventurados go- zan de la plenitud de la paz, sin envidias ni an- siedades, todo felicidad. Desde el día de la muerte de Margarita pudo decirse: ' “Falta una flor en el jardín del suelo convertida en querube se fué al cielo.”

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