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FLOR DE AZUCENA 239 ¡ Pobreza! Realmente vivió pobre de espiritu y en aquella hora, las pajitas se le hacian de oro, y esto le con solaba sobremanera. Fué en este día de Reyes cuando a las puertas de la muerte vió aquel verso precioso que se llamaba la paloma blanca. Por la noche abrazada a la imagen de la In- maculada con la que dormía siempre recibió la Santa Unción y la bendición papal. Abrazada con su imagen de la pureza debió expirar aquella flor de azucena; flores tan bellas, nunca pueden du- le ] rar. En efecto, a las 5 de la mañana del día 7 abrió los ojos para decir adiós a la luz de la vida y entregar tranquilamente su alma a Dios. Se le quedó en los labios una sonrisa de ángel co- mo si quisiera expresar la maravillosa sorpresa que le causó el arribo a la otra vida. El día ocho, miércoles, recibió sepultura en la Sacramental de San Isidro en el patio del Sam- tísimo Sacramento, fila 8, n.* 13. Comentemos con algunas palabras esta precio- sa muerte. Margarita vió venir la muerte como una liberación santa. Vivió constantemente en la presencia divina, no guiaba su conducta ninguna consideración humana. Los motivos de fe le eran habituales. Se acostumbró a pensar muy de cerca en la vida futura y ahora que vió abierta la puer- ta azul de la vida verdadera no se inmutó, antes

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