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226 LA MADRE DEL AMOR HERMOSO camino magisterio más perfecto que el de María Madre del Amor hermoso. Un día le explicábamos el tema de dos perso- nas que se consagraban al mismo tiempo al ser- vicio de Dios, dedicándose la una a las buenas obras y la otra a purificar totalmente el corazón, extirpando de él todo lo que se oponía a la gra- cia. Al asegurarle que esta segunda llegaría antes a la perfección, me dijo: “Pediré a la Virgen que me dé su amor hermoso y puro; me dedicaré a purificar mi corazón”, Por la constancia con que trabajó en este sen- tido, pudo lograr un grado excelentísimo de per- fección. Esta perfección se notaba en su habitual estado de espiritu, poseída del tesoro de la paz general- mente, siquiera tuviese que pasar un período de purgación y de rigor espiritual. Margarita hasta en esto era poeta. Mejor di- ríamos que como se afirmó de Mozart que “era la música misma”, así Margarita era “la poesía misma”. Parecía que no supiera hablar ni sentir sino bajo una forma poética. Siguiendo este recuerdo de Mozart digamos de ella lo que Schuman ponía en boca del gran músico austriaco. “Cada vez que he sentido una impresión, la música ha desborda- do de mi corazón”. En Margarita esta música cordial era melodía pura. Tenía sus sonidos claros y poéticos para el

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