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bin A 1 PA An Cd et ei ESA DIDO e me 12 AURORA mente sencilla y candorosa, realmente fuerte y encumbrada. No se moldean las grandes imáge- nes de Dios sino en el troquel fuerte de una vo- luntad perfectamente adaptada a la voluntad di- vina. La niña cuya historia tiene en este capítulo una aurora bella y rosada, vino al mundo en 1887, viernes 18 de febrero, siendo su padre don Augusto de Bárcena y Franco, y su madre Doña María de Saracho y Spinola, ambos a dos de nobleza reconocida, pero también de cristiandad perfecta. En España no es difíci] admirar apellidos li- najudos, en cuyos escudos y blasones de limpia sangre aparezcan lises religiosos: pero debemos declarar que los padres de Margarita llevando tres escudos... de “Bárcena de la Concha,” “de Franco” y de “Spínola”, sobre el abolengo de su linaje ponían el abolengo de su religiosidad. A los seis días de nacida recibió la niña los nombres de Margarita, Enriqueta, Eladia, Ro- mana, y de todos ellos, el de Margarita sonaba como el más apropiado a los oídos de la misma interesada. El de Jesús se le añadió en la confir- mación. Tendría harto que meditar más tarde rumiando el nombre que llevaba: Margarita de Jesús. Los padrinos de pila fueron su abuelo materno don Enrique de Saracho y de la Mier, y su bisa-

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