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FLOR DE AZUCENA 215 En aquella fecha de tanta exaltación mariófila durante la que el mundo católico hizo explosión de amor y cariño hacia la pura entre las puras, recordando la definición dogmática, sintió Mar- garita que de su pecho mariano nacía una fuente de inspiración que le llegaba a la pluma; y no pudiendo contenerse en su entusiasmo, dijo a sus padres: “Voy a estrenar mi pluma en honor de mi madre del cielo” y redactó su primera página como escritora, con aquel canto en prosa que es- taba llena de poesía del alma. “Tranquilo el campo... las aves en su vuelo parecen acariciar el espacio, el mar en calma y como arrullado por latir suave de rizadas olas... el firmamento parece respirar quietud, Mas ¡ah! penetremos en el cielo con las alas del pensamiento. Allí el júbilo es completo. Los ángeles tañen sus sonoras citaras pronuncian- do el nombre de su Reina; coros de virgenes purísimas, ostentando en sus frentes la aureol de la pureza y sobre sus hombros el manto de la casta virginidad, entonan himnos sublimes a su Reina, a María Inmaculada.” A esta guisa va ensartando bellezas literarias y amores de poeta en un trozo de composición que firma después de un ¡Viva María Inmacu- lada! con este nombre: María Margarita, 8 de iciembre de 1904. Desde aquella hora sobre todo, se encendió en su alma una hoguera de amor inmaculatista que

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