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FLOR DE AZUCENA 189 que la comunión era “común unión” pareciale que nada se podía desear con más hambre y sed que una mañana de comunión. En la siguiente poesía con el titulo Tengo ham- bre de ti, escribe: Ven, Jesús ¡dulce amor! Sí te deseo: ven cerquita de mí ven a mi corazón, encanto mío, no puedo estar así: Yo tengo hambre de ti, Jesús del alma, te llama el corazón. Ven amor de mi vida, eres mi cielo ¡Oh santa comunión ! Esta que hemos descrito pálidamente es “la esposita enamorada” de la Eucaristía... Siem- pre fiel a su amado y siempre amada de Jesús. ¡Qué dulce desposorio el suyo! ¡Qué diferente de ese otro humano y frágil en que el primer beso cierra el primer período de vida amorosa si es que no acaba para siempre con el amor! Es verdad : también hay niñas de gran corazón, pero las más, en la hora actual, tienen un corazón de la vastedad de un hotel: allí caben todos me- nos el único que debe ser dueño. Nuestras niñas “decorativas” sólo anhelan triunfar en la comedia brillante de la vida. Se contentan con ser reinas de este Bajo imperio,

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