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FLOR DE AZUCENA 187 clareando y alumbraba su alma con focos no en- cendidos en la mente humana. Margarita vivía la vida sobrenatural lejos de la purgativa senda “que acaso nunca conoció”; sobre la vida iluminativa que doró y bordó todo el cielo espiritual de sus primeros veinte años y que al tomar esa cuesta reflexiva para arriba supo de recogimientos y de uniones preparatorias y preliminares de la mística florida... Frecuen- temente nos consultaba sobre su modo de orar porque la meditación le era difícil metodizar.. Es decir, que tan pronto como-'se ponía a orar, en- traba en coloquios sin darse cuenta como llevaba por la fuerza de la devoción y otras veces con sólo ponerse delante del Sagrario se le ataba su discurso y no podía dejar oir lo que le quería decir su amado, que era como el arrullo de las brisas suaves en tarde de rosas... A la voz de mi esposo divino presurosa dejé yo mi ensueño, contemplando, de amor admiraba, de mi amado su rostro halagúeño; su costado veía entreabierto cual cáliz de rosa, mientras iba libando allí el alma su sangre preciosa.

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