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A O A O Ea AA Ú l A A 184 ESPOSA ENAMORADA Nada del mundo haría que Margarita perdiera una comunión. ¿Cómo? ¡ Dejar ella de dar alber- gue en su alma un día tan solo de la vida, a Jesús! “Si está de mí enamorado como lo estoy yo de él, no dejará de venir” decía aún entre las mayores dificultades. Véase un caso. Una vez volviendo con sus padres de Madrid a Vigo, sentía grandes temores de no poder co- mulgar; desde el fondo de su alma suplicaba a su Amado no le privara de tamaño bien; pero como el camino era largo y no debían llegar a Vigo hasta la tarde, era verdaderamente imposi- ble satisfacer su anhelo. Margarita meditaba y rogaba con ansias de recibir a su Amado... Al llegar a Astorga, el tren se detuvo y por no poder enlazar con el otro tren que había sufrido un retraso, tuvo que esperar más de una hora. Eran las cinco de la mañana. María Margarita suplicó a sus papás que le permitieran ir a la Ca- tedral a recibir la Sagrada Comunión. Su padre trató de disuadirla porque era una temeridad ex- ponerse a que llegara el tren que se esperaba. Margarita contestó: Dios no lo permitirá... En efecto se fué a la Catedral, comulgó y vol- vió radiante de gozo... No así trina tan alegre la graciosa golondrina cuando ve que se avecina del día el alborear,

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