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A A MN AA NM A AARA 180 ESPOSA ENAMORADA amor. Mas aquella criatura poéticamente consti- tuida para ser una lira de los Sagrarios, no co- noció jamás otra aspiración que la de “enamorar a Jesús”. Frase acaso algo profana pero que en- carna en un romanticismo como espiritual, a lo divino; como se dice que la Virgencita de Naza- ret enamoró y atrajo a Dios sobre su seno... A la verdad; la mística esposa es una enamorada y el místico esposo un dulcemente enamorado de modo tal que únicamente en este orden espiritual y elevado cabe admitir enamoramientos que ha- gan decir: “Mi amado para mí y yo para mi amado.” Los erotismos bajos y abyectos quédense pa- ra los que no entienden de cosas soberanas, para el hombre animal que no conoce, percibe ni apre- cia en sus cabales las cosas que son de Dios... “Estoy enamorada”. Esta era una frase que con frecuencia brotaba del corazón a los labios de Margarita. Ya se entiende que su enamoramiento era eucarístico. Su corazón era un poema y un canto sacramental; querría ser cáliz durante la celebración del sacerdote, y dulcísimo copón du- rante el encierro prolongado de Jesús en los al- tares, y hasta ostensorio regalado en las solemni- dades y fiestas en que Jesús-Hostia aparecía a la adoración de los fieles. Diríase que aún esos mismos objetos dorados de pureza sobre los que Jesús se posaba, le daban envidia y como “celos” deseando que fuera su

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