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A | A i 1 b | 0 a a A o a e o os eLo AN US PA q O Ad Ha 450 8 o y N 172 SU ESCALITA ¡ Confórtame tú! Siento frío de muerte en el alma, triste auseneia de ti, mi Jesús! ¡Ah! también tú sufriste amor mío desamparado de Dios en la cruz!... Ya que sabes qué es frío en el alma ¡ Caliéntame tú! Siento angustias Señor en mi pecho, tengo miedo, Señor, inquietud, desaliento, agonía, amargura y desgano hacia toda virtud. Ya que eres la fuerza del alma. ¡ Confórtame tú! Tengo a obscuras la mente, Dios mío. Dulce dueño, me falta la luz: haz que brille tu antorcha divina; no te alejes del alma, Jesús. Y pues eres la luz de los cielos. ¡ Alúmbrame tú! Podía ser que en esta estrofa sublimemente sugeridora sin darse cuenta acaso, se tratase de algunas de las dolorosas y místicas noches de pu- rificación. No la estudiamos a esa edad, Después que ella entró en el convento, se eclipsó para no- sotros la estrella de sus experiencias espirituales. La tratamos en Madrid aún por algún tiempo, pero rara vez y someramente, Podemos decir que

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